Artículo publicado en Revista Ecosistema
Por Sebastián Bigorito, Director Ejecutivo de CEADS
Hay barreras de todo tipo y con diferentes tiempos de resolución. Una barrera es el marco normativo, tanto Internacional como local, en el cual el enfoque del residuo como objeto de disposición final sigue siendo la regla. Desde el Convenio de Basilea hasta nuestra Ley de Residuos Peligrosos están ancladas en el siglo XX. Esto surgió como una de las conclusiones de la Task Force Energy del B20 en la cual fui concept partner. Siguiendo en la línea de lo regulatorio, la disparidad de normas Nacionales, Provinciales y Locales también presentan un problema para darle un tratamiento sistémico.
Hay una barrera a nivel de infraestructura, sobre todo para países con gran extensión territorial como el nuestro, en donde el costo del flete es de tal magnitud, que puede convertir la ecuación económica en negativa. A nivel cultural hay muchas barreras también, desde la falta de cultura ciudadana respecto a la gestión de residuos, hasta prejuicios respecto de algunas tecnologías que no pueden descartarse de movida, como pasa a veces con la valorización energética.
Otra limitación es que la definición y uso de indicadores de gestión sustentable y eficiente de recursos es limitada actualmente, como se comprueba en la plataforma SDG Tracker -Our World in Data.
Hay que evitar que la economía circular se convierta en “otro tema de agenda más..” de sustentabilidad, ya que se corre el riesgo que quede como un mero concepto de moda y aislado del resto de la agenda.
Por ejemplo, hay que empezar a “conectar” las agendas que conducen a lo mismo, la Economía Circular juega un rol clave en el logro de las metas del Acuerdo de París y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sobre esto último, los modelos de negocio circular, la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales contribuyen de manera directa con las metas de 11 ODS.
Fuente: https://issuu.com/revistaecosistema/docs/ecosistema__25_baja