Sebastián Bigorito: «Hoy hay expectativas altas, pero confianza baja»

Nota publicada en el Diario La Nación el 6-12-17

 

 

Sin embargo, para el director ejecutivo del Ceads, la agenda de sustentabilidad es una herramienta para que el sector empresarial pueda alcanzar mayor ilusión.

 

De baja confianza y altas expectativas a alta confianza y altas expectativas. Ese debería ser el norte para la relación entre las empresas y los ciudadanos, según Sebastián Bigorito, director ejecutivo del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (Ceads). Para llegar a ese objetivo, que luego desarrolló, el experto dio una pista: tener en cuenta los tres drivers que reconfigurarán la agenda de sustentabilidad en la próxima década.

En 2015, la ONU lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Bigorito primero trazó el recorrido de la relación de las Naciones Unidas con el concepto de la sustentabilidad. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se introdujeron en el año 2000 y llevaron a la agenda de crecimiento y desarrollo que ya tenía la organización el factor social, que hasta ese momento se veía como accesorio. En los ODS, además del factor social se incluye también el ambiental: «No se incorpora como algo a cumplir, sino con el concepto de límite planetario, porque nos encantaría crecer como lo hicimos hasta ahora, pero si lo hacemos así, en los próximos 20 o 30 años vamos a necesitar 2,3 planetas tierra para conseguir recursos», explicó el experto.

A diferencia de los ODM, los ODS también incorporan al sector empresarial, que tiene un rol «que no está muy definido pero sí mencionado», dijo, y añadió: «En el documento principal, la compañía está mencionada 24 veces. Esto significa que todos tenemos que levantar el guante aunque todavía no sepamos bien cómo». Subrayó que eso genera un «incremento de las expectativas en el sector empresarial» y que eso lo obliga a estar a la altura.

Bigorito resaltó que el Ceads realizó una investigación respecto de la relación entre esos lineamientos y las compañías y encontró que la industria que más los sigue es la de alimentos y bebidas, seguida por el sector del petróleo y el gas. Por otro lado, resaltó que los objetivos «más impactados» fueron el cuarto, relacionado con la educación de calidad; el 12, «producción y consumo responsables»; y el tercero, «salud y bienestar». No obstante, aclaró que el sector empresarial tiene un déficit a nivel global a la hora de tomar mediciones.

En ese sentido, mencionó que hay un factor de presión extra. El Gobierno tomó una posición doméstica y a nivel de convenios internacionales sobre los objetivos, pero la posibilidad de ingresar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la presidencia pro tempore del G20 hacen que el tema cobre especial relevancia.

 

La agenda climática

El segundo driver que Bigorito explicó fue la agenda climática. En 2015, dijo, se dio una «situación de alineamiento de astros» donde en la COP21 (XXI Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se llevó a cabo en París en 2015) más de 190 países acordaron hacer todos los esfuerzos necesarios para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, la temperatura global. «Cuando parecía que todo estaba bien, nos enteramos de la eventual salida de los Estados Unidos del Acuerdo de París. Esto se producirá prácticamente cuando el mandato de Trump esté terminado, porque así fue el convenio, pero pone un interrogante sobre la agenda», subrayó el especialista.

Sin embargo, ese anuncio generó una «reacción desproporcionada» por parte de los defensores de la mitigación del cambio climático. «Los diferentes estados, incluso los que son republicanos, han presentado planes de adaptación con el mismo nivel de ambición que el Acuerdo de París, por lo que quizás nos encontremos en la misma situación -siguió-. Igualmente, es un guiño político complicado y rápidamente China empezó a hablar de planeta verde y de emisiones, y aunque parezca mentira, por ausencia de liderazgo, hoy lo tiene el país asiático».

Bigorito recordó que la Argentina presentó un compromiso que afirmó en 2016 y reafirmó este año en la COP23 (cumbre climática que se llevó a cabo en noviembre último en Bonn, Alemania): se trata de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 37% al 2030. «Un 18% se hará de manera incondicional y ya se hicieron los estudios sectoriales para saber dónde la Argentina va a reducir su curva, y el otro 19% se daría si el país accede al financiamiento, a la transferencia de tecnología y a otras facilidades, y eso está condicionado a que la brecha entre países desarrollados y en vías de desarrollo se achique a través de mecanismos de cooperación», sostuvo.

El tercer driver es la relación cada vez más cercana entre los departamentos de compliance de las compañías y la sustentabilidad. «Hasta ahora, uno hablaba con el compliance officer, quien explicaba que su trabajo es la detección de normativa legal o sectorial o regulaciones que impactan en la actividad, hacer el checklist y ver si se cumplió o no y qué potencial había de eso se desvíe. Tenía más que ver con la regulación más dura», comenzó.

Derechos humanos, en acción

«La agenda de sustentabilidad es más blanda, porque el 80% de sus acciones son voluntarias, son compromisos que las empresas asumen de manera pública pero sin que sean obligados necesariamente por la regulación -continuó-. En los últimos años, la agenda de derechos humanos es la que más rápidamente ha crecido en volumen y trascendencia, y esto ha hecho que la mayoría de las iniciativas voluntarias empiecen a ser traccionadas hacia ser más mandatarias». ¿Qué significa eso para el trabajo del compliance officer? Que si una empresa declara que hará una reducción de emisiones de manera pública, quienes estén en ese puesto deberán tener en cuenta que no haya desajustes en ninguna de las plantas.

Finalmente, el director ejecutivo del Ceads se refirió al estado del sector empresarial a nivel regional y adelantó que tiene más que ver con el conflicto. «Hoy hay 400 proyectos de inversión, que pueden ser mineros o canales de riego, entre otros, que están siendo cancelados, postergados o diferidos, por un valor de US$ 300.000 millones… y esto solamente en tres países», detalló Bigorito. Explicó que esa suma no solamente tiene que ver con actividades extractivas, las que típicamente se cree que son más conflictivas, sino con todo tipo de iniciativas.

«El permiso legal es complementario a la licencia social. El primero tiene que ver con la autoridad y lo formal, mientras que el segundo está relacionado con la habilidad de tener incidencia sobre los grupos de interés y viceversa», sostuvo. En el continente, añadió, hay un cuadro en el que la confianza en las instituciones es baja, y eso incluye a gobiernos, empresas y las ONG.

«Cuando la gente no confía en el sector productivo, pero tampoco lo hace en aquel que lo tiene que regular, es razonable que piensen que, ante la duda, mejor no tener nada. Y ese fenómeno se está propagando», señaló, y concluyó: «Hoy estamos en el cuadrante de expectativas altas pero confianza baja; la agenda de sustentabilidad es una excelente herramienta para que el sector empresarial pueda alcanzar altas expectativas y más confianza».

 

Recursos escasos

La Argentina quiere emitir menos gases

37%


Menos emisiones

La Argentina se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 37% para 2030. Un 18% se hará de manera incondicional y el otro 19% si el país accede al financiamiento


Empresas

«Hoy [en la región] hay 400 proyectos de inversión que están siendo cancelados, postergados o diferidos, por US$ 300.000 millones»


Cuidar el planeta

«Nos encantaría crecer como lo hicimos hasta ahora, pero si seguimos así, en los próximos 20 o 30 años vamos a necesitar 2,3 planetas Tierra»

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