(*) Por María José Alzari – Asesora Senior en Compliance y “Empresa y Derechos Humanos” de CEADS
Artículo publicado en Visión Sustentable
Podemos decir que la integridad, como principio ético, está vinculada con la valoración de la honestidad, el respeto y la transparencia en las interacciones personales y profesionales.En general, entendemos que hace referencia a ese accionar que consideramos “correcto”.
Es la gestión diaria, la forma en la que las acciones de una empresa se llevan adelante,la que definirá su accionar como “ético” o “integro”. Para ello, la clave es poner foco en la gestión previa, en el análisis de riesgos, su identificación y gestión con enfoque preventivo.
En Argentina, a fines de 2017 se promulgó la Ley 27.401 que establece el régimen de responsabilidad penal aplicable a las personas jurídicas privadas. Uno de los aspectos a destacar, que hace a la gestión empresaria, es que otorga ciertos beneficios a las empresas que implementen en forma efectiva un Programa de Integridad. Un buen programa de integridad, como herramienta de gestión, cumple principalmente un rol preventivo.
En esa misma línea, la agenda de desarrollo global se encuentra imbuida transversalmente por un accionar transparente por parte de la empresa. Un accionar que no sólo tenga formalmente definidos compromisos sino que efectivamente trabaje en la mejora continua para hacer efectivos esos compromisos y muestre de qué manera lo hace; intensificando acciones que hacen al fortalecimiento de la confianza hacia la empresa. Esta agenda global, básicamente, se encuentra definida por tres procesos relacionados entre sí: 1. Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), 2. Agenda climática (Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático) y 3. Agenda sobre Empresa y Derechos Humanos.
También a nivel regional y local empezamos a encontrar cada vez más iniciativas que requieren transparentar procesos de gestión interna, con una especial mirada en la cadena de valor.
Europa lidera esta tendencia, con laDirectiva de la Unión Europea sobre Reportes No Financieros (Directiva 2014/95/UE), en vigencia desde mediados de 2017, que requiere que las empresas que cuenten con un promedio de más de 500 empleados publiquen una declaración anual sobre cuestiones ambientales y sociales, sobre aspectos relativos a sus empleados, acciones relacionadas al respeto de los Derechos Humanos y la lucha contra la corrupción y los sobornos.
Por su parte, la Ley Inglesa sobre Esclavitud Moderna (Modern SlaveryAct) de 2015 exige informar anualmente sobre las medidas que hayan adoptado para garantizar que no existe esclavitud o trata de personas en las cadenas de suministro de las empresas alcanzadas por la norma. La regulación establece que las compañías deben contar con una declaración pública contra la esclavitud moderna que indique políticas y códigos de ética para combatir la esclavitud, que designe un responsable, que promueva acuerdos con sus proveedores para establecer criterios mínimos, que incluya auditorías de la cadena e implemente una estrategia de sensibilización y entrenamiento.
Tampoco podemos pasar por alto a la Ley Francesa de Deber de Vigilancia (French DutyofVigilance Law), que establece que las empresas de origen francés o localizadas en Francia deben establecer e implementar un “plan efectivo de vigilancia”. El plan incluirá las medidas de vigilancia razonables para permitir la identificación de riesgos y la prevención de violaciones graves de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, de lesiones corporales graves o daños al ambiente o riesgos para la salud derivados directa o indirectamente de las operaciones de la empresa y de las empresas que controla, así como de las operaciones de los subcontratistas o proveedores.
En estas agendas evidenciamos requerimientos de comportamientos con aspectos comunes: gestionar e informar riesgos e implementar acciones preventivas respecto de diferentes aspectos, como el respeto de los derechos humanos, derechos laborales, cuestiones ambientales y compromiso contra la corrupción, entre otros.
Las agendas, regulaciones e iniciativas brevemente reseñadas nos muestran que los ejes de la gestión empresaria pueden ser resumidos en integridad y confianza, como requisitos comunes a una implementación efectiva de una estrategia que, con foco en un accionar transparente e íntegro, genere y fortalezca confianza con sus diferentes grupos de interés.
Es el momento para revisar, definir, complementar, fortalecer y adecuar las diferentes políticas y compromisos, integrándolos de manera inteligente, coordinada, potenciando fortalezas. Es el momento de aprovechar la oportunidad para repensar la gestión diaria sustentada en la integridad y en la coherencia entre el decir y el hacer como ejes fundamentales.