26/11/2021
#LosExpertosDicen
Por Florencia Roitstein
¿Habrá algo más interesante que suceda en un “grupo de trabajo” compuesto por referentes de empresas que las medialunas y los sandwiches triples de miga? Descarto el café que casi siempre está quemado y frío, vaya paradoja.
Entre medialuna y sandwichito jugamos al póker organizacional, destapamos una carta y ocultamos tres y así avanzamos hasta que entrada la mañana todos quedamos con las pancitas llenas y el suficiente azúcar para hacerle frente al día. Nos despedimos esperando que para el próximo meeting los sandwichitos estén menos húmedos y les hayan agregado huevo duro y aceitunas verdes.
Hasta que la realidad social irrumpe violentamente, la sociedad nos señala porque ve algo bien diferente a lo que miramos nosotros. Las encuestas de opinión nos muestran que en el mal humor social somos actores protagónicos, la sociedad no nos percibe más como parte de las soluciones del país (mejorando su calidad de vida a través de los productos y los servicios que ofrecemos mientras llenamos las arcas del Estado a través de los impuestos, retenciones y otros) sino como parte de los problemas más relevates: la crisis climática, la inseguridad alimentaria, la destrucción de los recursos naturales y de la injusticia social.
Y entones despertamos del ensueño corporativo y nos damos cuenta de que con o sin medialunas tenemos que comprender de una vez y para siempre que los problemas de la sociedad son los nuestros, y que son de gestión territorial y colectiva. Por esa razón y no solo porque suene bonito, se debe trabajar duro para conformar de manera honesta y urgente ya no “grupos de trabajo”, sino plataformas abiertas y “multi-stakeholders” lideradas por el sector privado que fortalezcan el tejido social de cada rincón de nuestro país a través de la creación de respuestas colectivas, es decir, de comunidades de aprendizaje que estén a la altura de las necesidades reales de los ciudadanos, en su diversidad y en su complejidad.
Las organizaciones de infraestructura como el Ceads trabajan en esta dirección creando una visión compartida y una mística corporativa en relación con qué es ser y hacer empresa en los mercados de hoy y del futuro, ofreciendo herramientas concretas de responsabilidad y competitividad. Sin embargo, la enorme mayoría de empresas quedan fuera, alienadas en “la zona de confort” y en el status quo, generando un impacto negativo no sólo a sus vecinos y a su cadena de valor, sino también al conjunto de la sociedad. En los tiempos que corren, ese es un lujo que no podemos darnos. Con o sin medialunas, y siguiendo el razonamiento de Peter Senge, hay que aplicar la teoría del éxito: las grandes empresas deben generar con toda su cadena de valor y su ecosistema relaciones de confianza y de intercambio de conocimientos, para así ampliar las capacidades de generación de pensamiento colectivo y, por fin, prácticas y resultados de calidad para todos.
El mundo cambió, cambiemos nosotros también.