17/03/2023
#CEADSEnLosMedios
Así lo afirma Sebastián Bigorito, Director Ejecutivo del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS). El balance de los primeros 30 años de la organización, el papel que está jugando la geopolítica en el mundo de la sostenibilidad, la diferencia entre llegar a la agenda pública y la agenda política, la revolución que está generando el sector financiero, el rol de los factores ESG en las próximas disrupciones, y el por qué la agenda de sostenibilidad es más amplia que la generación de normativas, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.
¿Qué balance hace de los primeros 30 años del CEADS?
Más importante que mi opinión es la opinión que hemos construido en función de conversaciones que hemos desarrollado justamente para los 30 años. Hemos hecho una serie de conversaciones y diálogos con referentes externos, exfuncionarios, funcionarios, referentes de la sociedad civil, de ONGs ambientalistas y sociales, del mundo académico, que de alguna manera han interactuado con nosotros de diferentes formas y lugares. Es un trabajo de identificación histórica.
Lo primero que tratamos de preguntar para tener un feedback es cómo nos evalúan a nosotros en función de esos dos grandes objetivos que tiene nuestra organización, que es ser por un lado una organización de advocacy e incidencia, pero también una organización de desarrollo de capacidades de formación, el cual es un balance bastante difícil de llevar porque son recursos muy diferentes. Pero nos interesaba ver qué era lo más apreciado. Y la realidad es que prácticamente da un 50/50. Hicimos también una votación con miembros y nos ven de las dos maneras. Eso para nosotros es muy importante porque replica el modelo con el cual fuimos fundados y con el que fue fundado el WBCSD, de hacer las dos cosas.
Respecto a la organización de advocacy, lo que hemos más que nada preguntado es cómo veían nuestro accionar al momento de participar tanto en políticas públicas como al momento de defender y gestionar intereses ante normativas, regulaciones, proyectos de ley, etc. Lo hemos hecho incluso con ONGs que han tenido posiciones hasta contrarias en algunos casos a las nuestras. Y en eso fue muy grato y también correspondido que las mayorías de nuestros referentes, principalmente de la sociedad civil, nos hayan visto como que tenemos un alto grado de transparencia y ética por diferentes motivos. Primero porque siempre nuestras posiciones tienen un fundamento innegablemente técnico, más allá de que a veces hay dos bibliotecas, y alguien pueda considerar que su ciencia no es la misma que la de uno. Pero nadie puede decir que no está fundamentado, o fundamentado en cosas que no sean de de factura científica y técnica. Eso es, por un lado, lo que a uno le da fortaleza. Pero también que nunca hemos propuesto la “no norma”. Porque nunca hemos hecho fuerza para que una norma no exista. Siempre hemos buscado la mejor forma para que las normas sean, además de efectivas, cumplibles y aplicables. Y hacer todas las correcciones que haya que hacer, pero nunca decir “esto no se regula”, aunque podamos pensar eso.
Y como organización de formación lo que nos han señalado es que el CEADS es una organización que tiene la capacidad de capturar tempranamente las tendencias y la línea de vanguardia global, pero no para bajarlas inmediatamente como vienen sino para hacer un proceso de análisis y de generación de contenido relevante para lo que es nuestra situación y realidad local y regional. Ese trabajo, que es el que nos lleva mucho tiempo para la planificación de nuestro plan y propuesta de valor, diría que es el segundo valor agregado que damos. El primero es el de incidencia e influencia con argumento. Y el segundo es poder bajar la línea de vanguardia en lo que realmente tiene impacto, es relevante, y es aplicable a nivel local.
Todo ello son las principales figuras que se identificaron respecto a estos 30 años del CEADS que vale la pena comentar.
¿Qué papel cree que está jugando la geopolítica en la agenda de la sostenibilidad?
Actualmente estoy trabajando en un informe sobre disrupciones y tendencias 2023, y el impacto de la geopolítica, la fragmentación y la guerra en la agenda de ESG.
Yo considero que la geopolítica siempre ha tenido un impacto en la mayoría las agendas de sustentabilidad. Digo “las agendas” porque no es una, son varias agendas. Porque las condiciones mínimas que necesitan las agendas de sustentabilidad para progresar y avanzar son dos: primero un contexto de paz, y segundo una cooperación internacional funcional que goce de salud, es decir un sistema multilateral reconocido y saludable. Ninguna de las dos cosas hoy se encuentran fácilmente divisables. El contexto de paz no existe, no solo por la guerra sino por el descontento, fragmentación y polarización social que hay tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. Además, el sistema multilateral está puesto en jaque por temas pandémicos y pospadémicos, sumados a los vinculados a la guerra. Entonces las dos condiciones básicas hacen que justamente se resienta una agenda que necesita de esos dos pilares mínimos para poder avanzar, y la incidencia es enorme.
Ahora voy a nombrar algunos puntos que contrastan con el contexto de paz y cooperación. Uno es el escenario pospandémico inacabado, que no termina de tomar forma y es interrumpido por una guerra, una crisis económica global, que incluso impacta no solamente en países en vías de desarrollo que hemos tenido crisis económicas sistemáticamente, sino en países desarrollados que han vuelto sobre los listados de riesgos riesgos viejos, como son el aumento en el costo de vida, la inflación, o la crisis de deuda, que hacía mucho los países desarrollados no lo veían.
En este sentido, aquí hay otro punto de disturbio para un terreno fértil para que nuestras agendas crezcan sanamente. La fragmentación parte de este reacomodamiento geopolítico, que es un movimiento bastante violento y angustiante por la velocidad que está teniendo.
Con la desglobalización asimétrica hay muchos conceptos, normativas e iniciativas políticas que están dando señales de, en algunos aspectos, desandar la globalización, mientras que en otros es todo lo contrario. O sea que esa asimetría nos lleva a una mezcla bastante rara.
Y todos estos puntos, que tienen muy poco que ver con un contexto de paz y de cooperación, es innegable que tienen un impacto ¿Cuál es el impactado más directo? Son aquellas agendas que están basadas, o están reposando, sobre acuerdos multilaterales o negociaciones internacionales. Básicamente la agenda climática y la agenda de biodiversidad. No solamente por tener atrás convenios, Marcos, cumbres y Conferencias las Partes, sino porque además la política y la geopolítica siempre fueron parte de esta discusión.
Además, en un mundo fragmentado y con movimientos tectónicos a nivel geopolítico es muy probable que los grupos y bloques ya no sean regionales sino plurimultilaterales. Por ejemplo, que haya uniones de países que por ahí no tienen nada que ver entre sí, como podría ser la proximidad, sino por afinidad y por diferentes cuestiones que tienen que ver principalmente con la nueva geopolítica que se desarrolla a partir de la guerra.
Si le sumamos esto a la crisis geoeconómica global, que tiene impacto en países desarrollados pero también en países en vía de desarrollo, claramente generan como primera reacción una serie de medidas proteccionistas. Las economías y los países se cierran, y empiezan a tomar medidas proteccionistas en las que se puede confundir, a veces de manera intencional y otra veces no intencional, con requerimientos ambientales, sociales y de gobierno corporativo, que en el actual contexto van a impactar e impactan como si fuesen obstáculos al acceso de mercados internacionales.
Es decir, hay mercados que siempre han sido muy exigentes, pero con un poquito de tinte geopolítico esas exigencias pueden exacerbarse y acelerarse. Ese es un riesgo que tenemos los países que justamente somos proveedores del mundo en sistema energético y el sistema alimentario. Así que, ahí hay un otro riesgo geopolítico muy fuerte.
Pero que no se entienda mal. No estoy diciendo que la Taxonomía Europea sea una medida paraarancelaria, sino que en este momento de crisis económica medidas de este tipo obstaculizan el acceso a mercados internacionales produciendo o llevando mayor nivel de crisis económica a todos los países, tanto el que vende como el que compra. Ese es un verdadero riesgo.
Y otro punto importante es que en la mayoría de las COPs siempre hay promesas de fondos, donde los países desarrollados comprometen, por ejemplo 100 billones anuales para la mitigación para que los países en vías de desarrollo tengan las capacidades, las herramientas y la tecnología para poder avanzar en lo que es la reducción de emisiones, etc. O en la última COP 27 el Fondo para Pérdidas y Daños que también mueve una cifra millonaria. Pero pensar hoy, con esta crisis económica generalizada y con esta fragmentación global y proteccionismo, etc, que los países van este año soltar alegremente 100 billones de dólares por año, o los los cuatro trillones por año que se necesitan en energías renovables de acá al 2030, me parece que hoy van a tener una gran excusa, incluso documentada, para decir que no es el momento oportuno. La realidad es que nunca ha sido un buen momento, y nunca ha sido oportuno, pues pocas veces se ha implementado con la escala y en la magnitud que se dice. Así que aquí hay otro impacto de la geopolítica, de las contiendas geoeconómicas que hay hoy, y donde el impacto es muy grande.
¿Por qué cree que la próxima disrupción lo más probable es que esté vinculada con la agenda climática?
Es importante ese punto. Considero que estará vinculada y no que sea la causa. A lo que voy es a lo siguiente: tomemos una herramienta conocida como es el Análisis de Riesgo Global que hace el Foro Económico Mundial (WEF). Allí, a partir del año 2010 en adelante, empezaron a aparecer lo que llamamos riesgos de transición, riesgos físicos, o riesgos de segundo tipo (que son los riesgos vinculados a ESG). Empezaron a aparecer y empezaron a desbancar a los viejos riesgos, como los riesgos de deuda, riesgo de deuda soberana, inflación, y un montón de otros riesgos que eran los clásicos o viejos riesgos de la WEF. Eso llegó hasta el 2019 / 2020, donde los diez primeros riesgos eran ESG, y no había ninguno que no fuese ESG.
Pero en la última edición del WEF, cuyo nombre justamente fue “Cooperar en un mundo fragmentado”, volvieron a aparecer los viejos riesgos, pero que no terminan desplazando a los riesgos ESG, sino que se empiezan a mover en términos de prioridades. Se vuelven a reacomodar cuando se les pregunta a más de dos, tres, cuatro y hasta diez años. Ahí sí vuelven a aparecer los riesgos ESG en el mismo orden de prioridad.
A lo que voy es que las disrupciones difícilmente tengan una causa clara. De hecho, todavía no se sabe muy bien cuál fue la causa de la pandemia. Sabemos que tiene que ver con la pérdida de biodiversidad, la pérdida de servicios ecosistémicos, pero también tienen que ver con el transporte de personas a nivel internacional, la velocidad de las cadenas de valor, etc.
Entonces lo que dice el WEF es que el panorama ya no es ni blanco ni negro, sino que es una mezcla. Y la mezcla te dice que la próxima disrupción que haya, sea de causa económica, geopolítica o bélica, va a ser exacerbada por factores ESG que son inevitables. Porque, por ejemplo, si nos pusiésemos todos de acuerdo y se implementase ya el Acuerdo de París, con alguna posibilidad de llegar a 1,5°C al 2030 y al 2050, el mundo igualmente sufriría un montón de disrupciones climáticas con un 1,5°C. Lo que sí haríamos sería estabilizar y entender los riesgos que iríamos a tener. Pero la incertidumbre y el daño seguiría estando.
Es por eso que las próximas disrupciones van a ser de diferentes causas y con factores ESG que van a hacerlo más crudos, más difíciles de abordar, más difíciles de generar alguna respuesta. Porque son estructurales. Así que, diría que es es difícil hacer la interconexión de los riesgos. Pero la realidad es que hoy tenemos que ir hacia mentes que analicen riesgos de manera abierta.
Actualmente estoy analizando algunas empresas de un país en América Latina, por un trabajo que estamos haciendo, y estamos viendo cuánto las empresas utilizan sus variables ESG para nutrir sus procesos globales de análisis de riesgo. Y por lo general pasa al revés. Pasa que el área de sostenibilidad toma los riesgos globales para sus análisis de materialidad pero pocas veces los análisis de materialidad y la lógica del ESG participa de esos análisis de riesgos globales. Y creo que eso que sucede a nivel corporativo también ocurre a nivel de política pública, y aunque vayan por dos terrenos diferentes, y uno tenga mayores recursos que el otro, es ahí donde nos estamos equivocando.
¿Cuál es su mirada con respecto a cómo los factores ESG están impactando en el mundo inversor?
En mi opinión, y de acuerdo a la observación, es al revés. El driver no es el impacto de las variables ESG en el mundo financiero, sino cómo el mundo financiero termina impactando la agenda ESG.
Y teniendo en cuenta que hasta ahora el mundo financiero prácticamente no tenía participación en el ecosistema de la sostenibilidad y la ESG, y de repente vemos un involucramiento a una velocidad vertiginosa del mundo financiero en todos sus aspectos, ya sean fondos de inversión, fondos de pensión, banca comercial, organismos de crédito internacional, que empiezan a interesarse y a requerir principalmente disclosures, y reportes e información en temas de riesgos climáticos, sociales, de buen gobierno corporativo, o riesgos ESG, ahora este mundo financiero que pasa a ser un jugador tan relevante y mucho más fuerte y trascendente que otros más históricos, empieza a decir lo que necesita, como por ejemplo determinado tipo de indicadores y de enfoques.
Y este movimiento, o este darwinismo, que hay en los estándares de reportes y de disclosures ha sido principalmente disparado por la necesidad del mundo financiero de decir “yo necesito estas herramientas y estas otras herramientas no me sirven”.
Porque este jugador, que es el mundo financiero, con todas sus fortalezas tiene ciertos requerimientos y hasta por ahí dio una vuelta de página a veinte años de reinado del GRI. Porque se empiezan a necesitar otras organizaciones que generen herramientas, indicadores, estándares y reportes más afines al mundo financiero. Y empiezan a tener una visibilidad y una importancia que por ahí otras organizaciones como el SASB o el GRI tardaron 20 años en tenerla. En ese sentido ha habido un darwinismo en los últimos años que es muy difícil incluso de seguir.
Para mí el “business case” de esto es: el mundo financiero, con toda su potencia y su capacidad de movilizar recursos, está generando una revolución en el ecosistema de la sostenibilidad que venía medio caído y estable, sin dar grandes saltos de crecimiento. Y al aparecer un nuevo jugador con una gran capacidad de demanda, y donde la oferta no era suficiente, se empiezan a generar nuevos oferentes de productos y de servicios.
Este año hay elecciones presidenciales en Argentina ¿Qué rol cree que tendrá la sostenibilidad en el debate público?
Hay más de una docena de fundaciones, de think tanks de políticas, que están trabajando sobre planes de gobierno, aveces parcializados y otros integrales, para los diferentes espacios políticos. Por lo que yo tengo en conocimiento, la gran mayoría tienen al tema de sostenibilidad como parte de su propuesta. Pero el gran problema es la diferencia entre que la sostenibilidad llegue la agenda pública o que llegue a la agenda política.
Hasta ahora hemos tenido movimientos en los cuales ha llegado a la agenda política pero de la peor forma. Por ejemplo a través de discusiones de blanco o negro, o sobre cuestiones ideológicas donde se politiza el tema. Sumado a que por lo general existe la inminencia de alguna norma legal producto de esa discusión, lo cual hace muy difícil generar una discusión conceptual e incluso ideológica. Entonces se parte de un diagnóstico equivocado, donde se confunde la política pública y la agenda pública con más regulación. Mientras sigamos creyendo que para cada tema se necesita una ley y una regulación, vamos a ir mal.
Porque en vez de hablar de nuevas leyes deberíamos ver en qué estado están las leyes actuales. Porque tenemos un montón de leyes ambientales y sociales que no son aplicables y que han caído incluso porque la misma autoridad aplicación reconoce no se pueden aplicar. Y, además, por lo general una nueva ley tiende a no reconocer los esfuerzos anteriores, siendo esa lógica política muy dañina. Es realmente un despropósito no hacer un análisis de lo que realmente funcionó o no funcionó, y a partir de ahí que venga la nueva normativa para completarla o adecuarla a la nueva realidad.
Por eso, mientras se siga confundiendo que política pública es una ley creo que vamos a ir por mal camino. Porque esta es una agenda que es muchísimo más amplia que la generación de normativas.
Entrevista publicada en ComunicarSe. Ver aquí