COP27: Juntos por la implementación

03/01/2023

#CEADSEnLosMedios

 

Entre el 6 y 18 de noviembre se desarrolló la Conferencia sobre el Cambio Climático en Egipto. Virginia Vilariño participó de la COP27 en representación del CEADS, reconocido con el estatus de “Observer Organization” por UNFCCC. Reflexiones, hallazgos y conclusiones.

 

 

 

Como sucede en cada Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la evaluación de los resultados depende en gran medida del nivel de expectativas y de entendimiento de lo que podemos esperar de los procesos de negociaciones que ocurren durante y entre cada COP.

No podemos soslayar el contexto de crisis energética y alimentaria, y las condiciones geopolíticas y macroeconómicas desfavorables que enmarcaron esta COP.

Además, en esta ocasión en particular, el análisis podría verse influenciado por lo notable diferencia en el clima vivido entre el ámbito de las negociaciones oficiales y el ámbito alrededor de las mismas, en los numerosos y diversos pabellones, eventos paralelos y exhibiciones desarrolladas por actores estatales y no estatales (fue la segunda COP con más asistentes de la historia y se advertía in situ). Atmósferas muy diferentes en términos del sentido de urgencia, de la velocidad y escala de la implementación.

Por ello propongo guiarnos por los objetivos planteados para esta cumbre, para repasar los resultados en cada frente y entender su relevancia:

  1. Pasar de los compromisos a la implementación a escala y acelerada
  2. Avanzar en la agenda de Adaptación para los países más vulnerables
  3. Responder a las necesidades y demandas ante Pérdidas y daños por impactos climáticos
  4. Proveer y movilizar la financiación climática para países en desarrollo
  5. Asegurar y gestionar una transición justa hacia tecnologías de baja emisión

Virginia Vilariño participó de la COP27 en representación del CEADS, reconocido con el estatus de “Observer Organization” por UNFCCC.

 

1.Pasar de los compromisos a la implementación a escala y acelerada

La evidencia científica y los recientes eventos extremos fueron clave para enfatizar la urgente necesidad de mantener el calentamiento por debajo de 1.5°C. Aun así, este objetivo estuvo en debate por momentos, cuando algunos países intentaron renunciar al mismo. Fuera de las de negociaciones, los actores no estatales mostraron un contundente apoyo a mantener el objetivo de 1.5°C en el centro de la agenda de mitigación, con la esperanza de que tuviera impacto en las negociaciones.

Finalmente, el acuerdo alcanzado en Sharm el-Sheikh mantuvo el objetivo 1.5 °C en su texto, aunque sin suficiente sustento respecto a la implementación de las acciones necesarias por parte de los gobiernos para lograr dicho objetivo. Cabe citar que el reciente informe de ONU Cambio Climático concluye que el cumplimiento de los actuales compromisos nacionales nos sitúa en una senda de calentamiento de 2,5°C para finales de siglo.

Se podría decir que en la agenda de mitigación no hubo retrocesos respecto al acuerdo de Glasgow, pero tampoco un avance significativo.

 

2. Avanzar en la agenda de Adaptación para los países más vulnerables

La Adaptación ocupó un nivel equivalente a la Mitigación en la agenda de la presidencia de la COP27, y aunque tuvo algunos avances concretos, no tuvo la merecida atención en la práctica. El foco estuvo puesto en la seguridad hídrica, la seguridad alimentaria, la adaptación en los centros urbanos y la infraestructura resiliente al clima, atravesados por la financiación para la adaptación, que sigue siendo escasa, muy por debajo de las necesidades actuales y futuras, y de difícil acceso.

La adaptación no tiene aún un objetivo, por la dificultad que representa. Los gobiernos acordaron la forma de avanzar en la definición del Objetivo Mundial de Adaptación, que concluirá en la COP28 y se comprometieron contribuciones por más de 230 millones de dólares al Fondo de Adaptación. Se reafirmó (pugnas de por medio) el acuerdo logrado en la COP26, de duplicar la financiación para la adaptación por parte de los países desarrollado. Pero en lugar de acordar una hoja de ruta para ello, se solicita al Comité Permanente de Finanzas que prepare un informe para la COP28.

 

3. Responder a las necesidades y demandas ante Pérdidas y Daños por impactos climáticos

La creación de un fondo específico dedicado a pérdidas y daños, destinado a ayudar a los países más pobres y vulnerables a hacer frente a los impactos del cambio climático, marcó un importante punto de avance. Una agenda resistida por años por la mayoría de los países desarrollados, por los altos costos que implica (hoy y aún más a futuro), logró añadirse a la agenda oficial y adoptarse por primera vez en la COP27. Pero no se acordó aún cómo funcionará y cómo se dotará dicho fondo.

Además, el G7 y los V20 (grupo de países más vulnerables al cambio climático) lanzaron un financiamiento climático llamado “Escudo Global contra los Riesgos Climáticos” o “Global Shield” (no es una película…) de aplicación inmediata, para que, ante un evento climático extremo, las comunidades puedan acceder rápidamente a esta ayuda para recuperarse. Al menos hasta que los demás mecanismos de la Convención estén establecidos e implementados.

Si bien se considera un importante logro de esta COP (histórico para muchos), cabe resaltar que no estamos haciendo suficiente para evitar esas pérdidas y daños en primer lugar. Si no reducimos las emisiones globales en esta década, los expertos advierten que no habrá suficientes fondos en el mundo para pagar por las pérdidas y daños ocasionados. Tomando las palabras de Achim Steiner, Director de PNUD, “es ilógico financiar las consecuencias irreversibles del cambio climático sin una inversión significativa en las medidas de adaptación y mitigación que los países en desarrollo necesitan para abordar las causas subyacentes”.

4. Proveer y movilizar la financiación climática para países en desarrollo

El financiamiento climático fue sin duda el punto central de todas las negociaciones en la COP27. Aunque el compromiso de movilizar $ 100 mil millones de dólares al año para 2020 y hasta 2025 sigue sin cumplirse.

La decisión conocida como el Plan de implementación de Sharm el Sheij, destaca que se espera que la transformación mundial hacia una economía baja en emisiones de carbono requiera inversiones de al menos $4 a $6 mil billones de dólares al año.

Tal financiación requerirá una transformación rápida y profunda del sistema financiero y de sus estructuras y procesos, con la participación de los gobiernos, los bancos centrales, los bancos comerciales, los inversores y otros actores financieros.

En este sentido, la decisión hace un llamado a la necesidad de reformas financieras de los bancos multilaterales de desarrollo y de entidades financieras internacionales para que sean aptos para abordar la emergencia climática global. Esto se considera esencial para asegurar que las finanzas se redirijan a los países en desarrollo para impulsar los cambios de mercado necesarios. Ya que actualmente, no se cuenta con marcos suficientes para movilizar capitales a mercados emergentes y en desarrollo.

Virginia Vilariño en la Sesión de Alto Nivel de ONU Cambio climático, sobre bienestar humano, cambio climático, biodiversidad y regeneración de recursos, junto a directivos de las convenciones UNFCCC y UNCCD.

 

5. Asegurar y gestionar una transición justa hacia tecnologías de baja emisión

Durante la COP27, la Transición Justa ha sido un marco permanente tanto en las negociaciones oficiales como en las posiciones de cada actor no estatal. Pero en general, ha sido tratado superficialmente, casi como una frase que se anexa al objetivo “net zero” para hacerlo ver socialmente aceptable.

Se considera todavía un proceso unilateral, que no involucra en el diálogo a aquellos que se verán afectados. Un gran desafío considerando la diversidad del mapa de stakeholders afectados. Desde ILO, consideran que puede llevar dos años más llegar a un marco robusto para incluir la Transición Justa en la implementación del Acuerdo de París.

Un aspecto destacado de la COP27, sobre todo para el sector empresario, es el reconocimiento de que una transición justa hacia las energías renovables es la mejor manera de salir de la actual crisis energética.

 

 

Otro tema clave de la COP27: Transparencia y Accountability

Otro tema clave en la COP27 fue la transparencia y “accountability” por los compromisos de acción climática asumidos, especialmente para las empresas.

El Grupo de expertos de Alto Nivel (HLEG) de ONU sobre los Compromisos Net Zero de los actores no estatales presentó su informe, «La integridad importa», una especie de guía práctica para garantizar compromisos net zero creíbles y responsables.

El Informe fue recibido oficialmente por las Partes en el texto final de la COP27. Esto significa que se convertirá en la referencia para Naciones Unidas, para gobiernos y la sociedad civil, en lo que respecta a la credibilidad y la rendición de cuentas de los compromisos net zero de los actores no estatales, principalmente de las empresas.

En la misma dirección, el WBCSD presentó “El negocio de la recuperación climática: aceleración de la rendición de cuentas, la ambición y la acción”, que ofrece una guía práctica para que las empresas cumplan con los requisitos del HLEG.

Finalmente, el hecho de que se haya incluido el rol de las empresas como participantes activos en el Programa de Trabajo 2030 para descarbonizar sectores clave ayudará a impulsar la reducción de emisiones en la economía real y garantizará que la experiencia empresarial en descarbonización se comparta con los gobiernos.

Durante la COP27, los actores no estatales presentaron el progreso realizado en una amplia gama de acciones, desde mitigación y adaptación hasta financiación, así como nuevos anuncios y alianzas para acelerar la implementación.

 

Virginia Vilariño en el side event sobre la ambición climática y la cooperación en el Pabellón de Francia, junto a delegados de la Unión Europea y autores del IPCC.

De nuestro análisis, queda claro que hubo algunos avances, pero no se cumplieron todos los objetivos y, sobre todo, estos avances siguen siendo insuficientes para cerrar la brecha entre el actual nivel de ambición y de implementación de los compromisos nacionales y aquel requerido por los objetivos del Acuerdo de Paris, que implican un pico inmediato de las emisiones globales y una reducción del 45% al 2030.

Los modestos avances en esta COP están más orientados a enfrentar las consecuencias del cambio climático que sus causas. El desánimo y frustración de muchísimos actores se alimenta del hecho de que no tenemos más tiempo que perder, si aún queremos evitar los impactos más severos e irreversibles del calentamiento global y mantener vivo el objetivo de 1.5°C, que hoy por hoy “se mantiene con soporte vital”, según líderes y expertos.

Considerando que esta fue la primera COP con un enfoque en la implementación, cabía esperar un proceso más lento del que la crisis climática y los actores sociales demandan. Pero la falta de tiempo para curvas de aprendizaje no hace más que enfatizar lo que ya sabemos: sólo se logrará una implementación efectiva a través de la acción concertada entre todos los actores, tanto a nivel nacional como internacional. Cumplir el Acuerdo de París requerirá una cooperación sin precedentes en toda la sociedad y la economía.

Para concluir, tomo prestada una reflexión del Wuppertal Institute: la COP puede desempeñar un papel facilitador, pero lo que en última instancia cuenta es la acción en terreno. Y los países y otros actores no estatales son totalmente libres de incrementar sus objetivos y acciones e implementarlas cuanto antes.

 

Nota publicada en Gerencia Ambiental. Leer aquí