Infraestructura resiliente al clima

 

El pasado 26 de abril el CEADS participó del panel sobre Infraestructura resiliente al clima, en el marco de la Conferencia de Infraestructura para el Desarrollo organizada por CAF. Allí se compatieron visiones y experiencias acerca de los beneficios y oportunidades de la infraestructura resiliente al clima para América Latina. Virginia Vilariño participó del mismo junto a expertos de OECD ,CEPAL, Global Infrastructure Hub y Ministro de Obras Públicas de Chile.

El panel debatió sobre los avances de la región en esta temática, destacando la importancia y los desafíos del diseño, planeación, operación y financiamiento de infraestructura resiliente y baja en emisiones. Se presentaron casos y experiencias que pueden servir de ejemplo para el resto de la región, como el Plan de Adaptación y Mitigación de los servicios de Infraestructura al Cambio Climático de Chile, el primero en su clase en la región.

América Latina y el Caribe (LAC) es una región especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático, debido a su ubicación geográfica, distribución territorial de su población y dependencia a sus recursos naturales. Las proyecciones indican que la intensidad y frecuencia de los fenómenos climáticos se intensificarán en los próximos años, desde una disminución de las precipitaciones en algunas regiones del centro y sur, un retroceso de los glaciares y el agua fresca que proveen, hasta un aumento en la intensidad y frecuencia de los huracanes en el Caribe.

 

Bajo este escenario, la alteración en los patrones climáticos afectará directa e indirectamente la infraestructura de la región, ocasionando pérdidas económicas anuales que podrían ascender entre un 1.5% y 5% del PIB para el año 2050. Estos costos no solo se refieren a las afectaciones en la infraestructura, sino también a los servicios conexos que prestan. En ese sentido, la severidad de los daños dependerá de la vulnerabilidad y resiliencia de cada país y de las medidas que se tomen en el corto plazo para afrontar este desafío.

 

Minimizar los efectos del cambio climático sobre la infraestructura y la sociedad es posible y factible, y para ello se requiere realizar inversiones en infraestructura que incremente la resilencia y disminuya las emisiones de gases de efecto invernadero. Aun cuando el costo de este tipo de infraestructura puede ser mayor, sus beneficios  por costos evitados sobrepasan sus costos. Se estima que por cada dólar invertido en prevención se ahorra más de siete dólares en reconstrucción.

 

Para hacer frente a esta realidad se requiere innovar en la manera de concebir los proyectos y crear mayor conciencia acerca de los beneficios que representa la infraestructura resiliente y baja en emisiones. En ese sentido, en la planificación, diseño y operación de infraestructura, dentro y fuera de ciudades, se deberán considerar los escenarios climáticos para incrementar su resiliencia, disminuir su vulnerabilidad y, al mismo tiempo, fomentar el desarrollo sostenible. De hecho la Agenda 2030 brinda un lugar de relevancia a la infraestructura para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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